lunes, 24 de noviembre de 2008

Historia y vida. Sofía García Iglesias


Historia y vida. Sofía García Iglesias

Recientemente participé en la presentación del libro Historia y vida, de Sofía G. Iglesias, quien es madre de Héctor Sanginés, camarada de militancias de otros tiempos, cuyas marcas conservamos con gusto.

Sofía ha cumplido 88 años y no se considera una anciana, “no brinco la reata” pero soy autosuficiente, cocina, maneja y escribe, entre otras cosas. Por las páginas de este libro que nos ofrece desfila medio mundo, desde Onassis, Hitler, hasta Bush; sobre México no deja santo con cabeza, nos habla de Díaz Ordaz, responsable de la masacre del 2 de octubre del 68, de la marcha de los médicos en la misma década, del general Lázaro Cardenas y los refugiados, de la explosión demográfica, del terremoto de 1985, de Los zapatistas, de la matanza de Acteal.

El tono es terriblemente crítico, como que no es lo que se suele esperar de una persona de su edad, señala con el dedo a los poderosos e irracionalmente ricos: para qué quieren tanto, por qué, si finalmente vivimos en el quicio de la muerte; pero nada le obsta para mostrarnos un talante optimista que ha sido probado desde su temprana viudez hasta su preocupación por el rumbo de los miembros de su cuarta generación.

Tres notas destacan tanto de la autora como de su libro: la lucidez, empieza por agradecer a la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se formó su padre, ella misma se recibió de Cirujana Dentista, primero y después realizó estudios de sociología, “para entender los compromisos sociales de sus hijos”, los ocho hijos también han pasado por esas aulas en diferentes disciplinas, varios de los nietos en el mismo tenor. El sentido de su vida es transparente, aún en situaciones familiares dolorosas, lo que ocurre es que para ella siempre hay un proyecto de vida implícito y vigente que nunca le ha dado espacio al vacío y finalmente quiero destacar el gusto por la vida; he sido testigo de verla disfrutar una paella rociada con vino tinto y alegrarse con los amigos, de la misma forma como nos relata que lo hacía cuando era estudiante.

Me ha conversado que le preocupa que sus nietas y nietos, tengan como un cierto desinterés por el Absoluto; sin embargo, desde mi punto de vista, es suficiente el sentido de coherencia, honestidad y capacidad de solidarizarse con la otredad sufriente, que esos muchachos han demostrado y que muy probablemente habrán absorbido de ella, lo que es razón suficiente para estar en paz.

Las palabras de Sofía se nos muestran transparentes e inteligibles porque son las experiencias de todos nosotros, con la salvedad de que ellas nos dice cómo aprendió a mirar que la vida siempre tiene matices y es nuestra responsabilidad discernir con qué lente decidimos mirar.