jueves, 26 de marzo de 2009

El término medio


El término medio y la virtud


La deliberación de Aristóteles sobre la virtud (Ética Nicomáquea), arriba a una primera conclusión en el concepto del término medio. El exceso y el defecto en el ejercicio de las pasiones que devienen en acciones conducen al vicio.

Hacer o sentir como es debido significa ejercer cierto control sobre sí mismo, lo que parecería una exageración, pero nuestro referente no anda tan descaminado, sobretodo si consideramos que tenemos la oportunidad, mediante la deliberación inteligente y otros recursos, de aprender a tener u obtener ese dominio de sí; es cuestión de ejercitarse en ello, igual que el arquero debe practicar para dar en el blanco.

En las situaciones cotidianas, nada mejor para ejercitarse, pues no se trata de de no sentir alegría, tristeza, esperanza, desolación, consuelo, desamor, vértigo y demás compañeros y compañeros de viaje, sino de aprender a gestionarlos en nuestro beneficio. Allí es donde corresponde llevar a las pasiones al término medio hasta que se vuelvan aliadas y no enemigos de la condición humana.

Por ejemplo una persona que aparentemente tiene resuelta su plataforma de vida, con casa, trabajo, medio de transporte, buen ánimo, familia, pero le falta tiempo para vivir lo que sí tiene, podríamos plantear varias hipótesis para explicar la insatisfacción y probablemente allí, en el análisis de lo que siente, puede encontrar la piedra en el zapato, que le impide marchar con soltura; no se trata en tal caso de que se replanteé todo su proyecto de vida, sino de reacomodar su cotidianeidad para encontrar espacios para estar con los suyos, los de siempre u otros que estarían por venir o simplemente estar. Aunque parezca difícil de admitir, no siempre tenemos habilidad para sólo estar.

Se puede profundizar en el caso pero vamos a llegar al sitio donde empezamos, equilibrar las diferentes partes de una vida, lo laboral, familiar, social, afectivo y que cada parte llegue al término medio. En eso consiste el ejercicio de la virtud, no en recibir la visita de la alegría o la ira, sino en llevarlas al lugar que le corresponde. Me hace recordar a una persona durante una charla sobre el tema que nos ocupa, que decía que para ella era imposible vivir virtuosamente, al modo aristotélico, porque en una ocasión, en un hospital una enfermera la trató con poca amabilidad y se sintió visitada por la ira, más a mi pregunta sobre cuánto tiempo duró ese sentir, dijo que por pocos minutos; tenemos un caso de experiencia de término medio porque recuperó el equilibrio. Es una situación controlada porque la ira no invadió a la persona en cuestión, además de que la experiencia le permitió profundizar en el autoconocimiento.